El jueves 10 de Abril Julio de la Rosa se portó en Madrid como una estrella consagrada, a pesar de no serlo, apareciendo 45 minutos tarde. Se lo agradecería el responsable de marketing de Estrella Galicia, que patrocinaba el concierto, y que vio cómo la gente consumía tercios y más tercios mientras esperaba.

Por fin apareció el músico, solo, bajo un humo espeso, minimalista en recursos y expresividad, cantando “Traje”. Y a partir de ese momento fueron saliendo cada uno de los integrantes de la banda, uno por tema, hasta completar los seis que estuvieron sobre el escenario: Jaime Fuertes, Jaime Olmedo, Cecilio Santiago, Nieves Lázaro y Daniel Llamas.

Partiendo de una sola guitarra y la voz, Julio fue completando el nuevo sonido que es una de las bazas más importantes de su nuevo disco Trastornos sin importancia. Resultó una buena idea, porque se pudo apreciar cómo las canciones se iban llenando de matices, desde las de su disco anterior, La herida universal, hasta llegar a las nuevas. Lo que se mantuvo intacto fue su estilo interpretativo, relativamente exagerado en sus vocalizaciones, que rozaban lo jocoso más que lo efectivo, y planteando la eterna duda entre el público: ¿es así o se lo hace?

Al final de la noche salieron nuevos colaboradores: Ignacio Celma de Havalina, Josephine Ayling, de Boat Beam, y Miren Iza de Tulsa. Esta última protagonizó el momento estrella de la noche con Un corazón lleno de escombros, interpretación cargada de emoción que sonó muy sincera.

Julio de la Rosa despidió a su numeroso y entregado público rugiendo y gritando. Lo que vino a afirmar que lo que allí hubo fue buena música y más teatro.

Fotografïa: Alberto Martín

Autor: Esther Martín